Hoy hablaremos de los chismes, chismorrear, cotillear, entrar en la vida de otros, entrar en el perfil del otro para ver qué es lo que tiene… Es biológico. Hay cosas que realmente han dejado o no han tenido nunca la oportunidad de ser naturales, son biológicas.
¿Qué significa el chisme?
Del latín “chismo”, es una escisión o una separación. Según la RAE es una noticia verdadera, falsa o un comentario con el que se pretende indisponer a algunas personas con otras o se murmura sobre alguien.
En realidad, el cotilleo o el chismorreo tiene el sentido de hacer uso de la expresión y de la comunicación para conseguir algo. Pero ¿qué será ese conseguir de cada uno?
Robin Dunbar, un antropólogo que ha trabajado midiendo la corteza cerebral en función de la comunicación de los animales, dice que el chismorreo tiene la función de unir. ¡Viene del latín separación y la función es la de unir! Porque se trata de comunicar con eficiencia en un tiempo menor generando grupos, generando amistad, generando sostén social y sobre todo generando confianza.
Y ¿por qué dice que viene a unir? Lo dice porque cuando tú observas las comunidades de animales, los grupos, ves cómo, por ejemplo, los monos dedican muchas horas a estar juntos emitiendo sonidos y formando cadenas, en contacto. O sea, se tocan, se sacan los piojitos, se revisan la cabeza… Los monos en grupo se dedican a fomentar la pertenencia al grupo pequeño y para ello han encontrado una forma de hacerlo que es el “yo te quito piojos, tú me los quitas a mí”. Eso supone más o menos aproximadamente 5 horas cada día de estar con diferentes miembros para poder socializar y unirse y eso significa una seguridad porque es la seguridad de yo me quedo aquí.
Cuántas veces los padres, por ejemplo, le cuentan cosas a los hijos y eso les asegura tanto a los hijos como a los padres de que tienen algo en común, tienen algo compartido y que de esa manera se van a quedar unos con otros. Porque, además, si te marchas yo podría decir algo o si yo me voy yo podría decir algo del otro, para evitar fricciones se utiliza ese cotilleo “yo te diré algo de” y “tu me dirás algo de”.
O sea que, a nivel biológico, el chisme tiene un sentido. No es que se avale culturalmente, pero para evitar la pérdida de tiempo, la ineficacia, tener que pasarnos 5h de nuestro día despiojando y contándonos pequeñas cosas se utiliza el chisme. Que hoy en día, en la era en la que estamos viviendo, en el momento en el que las cosas se pueden contar en un tweet, en redes, tarda milésimos de segundo en llegar el chisme a otro lado y provocar muchas veces mucho daño en las personas gratuitamente y eso es lo que podríamos empezar a controlar.
La necesidad de unión social para los miembros gregarios como somos todos los seres humanos, el sostén requiere de un compartir. ¿Qué confianza os daría una persona en un grupo que se aísla y que no dice absolutamente nada? Seguramente confianza cero o muy poca ya que para tener la sensación de pertenecer al grupo tenemos que estar dentro del grupo y tenemos que compartir en el grupo y si a veces lo que se busca es el encontrar algo para tirar del hilo, un chisme cualquiera y quejarnos por eso aporta una sensación de hay algo parecido en el otro o en los otros y yo soy un semejante, esa es la palabra. Me hace mejor.
Os recuerdo que del latín la palabra chisme significa separación, en grupos pequeños el chisme puede llegar a hacer mucho daño y puede llegar a generar mil grupos, puede llegar a generar muchísimo dolor en las personas, lo que realmente puede separarlas.
Por ejemplo, los padres. Uno le habla mal a los hijos del otro, eso genera fricción, desunión, una falta de respeto y eso a la larga lo que va a generar es que los hijos por amor van a intentar ponerse de un lado y finalmente van a estar del otro.
No les hagamos daño a los hijos hablándoles mal de nuestras parejas. Los temas de padres son de padres, los temas de padres con hijos son de padres con hijo, pero nunca hay una inversión, nunca.
También puede haber chismes entre amigos, que unos cuentan cosas de otros y las pueden aprovechar para sacar partido. Por ejemplo: a un chico le gusta una chica, pero no se atreve y entonces se enrolla con la amiga para ver qué información pueden sacar de la otra y al final acaban todos mal y heridos.
El chisme tiene también la función de acusar a otros: si yo te digo ”uy mira que mala, que fea aquella persona, como se ha comportado” ¿Tú que harás? Si te pones de mi lado me harás sentir víctima y entonces yo ya me relajo en mi papel y vuelve a separar el chisme.
Y ¿qué podemos hacer para vivir mejor?
Empezar por definir de manera neutra todo lo que nos pasa, empatizar con el otro y ver como lo puede estar viviendo, ver cuáles son las heridas de pertenencia. Recordar que chismorreamos para sentirnos dentro de un grupo, por lo tanto, ¿qué herida de pertenencia, de tener un lugar, de que me reconozcan en un espacio o cuando he vivido situaciones en que me han dejado de lado? Como si mamá y mi hermana se han puesto de acuerdo y a mí me dejaban de lado y entonces yo siento que ahí no puedo entrar, luego lo que voy a hacer como medida adaptativa es ir a buscar otros espacios donde yo encuentre personas con las que me una y no dejo entrar a otros. O sea que el juego perdura, y ¿qué podemos hacer para vivir mejor?
Salir del juego, es decir, ir a mirar nuestros programas, ir a mirar qué lugar tuvo en nuestra vida eso que nos pudo hacer mucho daño, es comenzar a sanar y a sentirnos en el cuerpo las heridas de otro instante que seguramente son muy tempranas. Es utilizar una comunicación que no violente, que no haga daño al otro, si yo tengo algo con alguien lo hago y lo diré directamente, pero no busco chismorrear con otras personas para que después me digan “ay pobrecita, mira lo que le ha pasado”,
Ya lo decía con los padres, es exactamente igual en la vida, por eso podemos dejar de acusar, de criticar, de juzgar, de emitir historias al vuelo que después hacen mucho daño cuando están en la calle.
Eso es, señores y señoras, sanidad mental, es coherencia con la vida, es vivir la vida que nos ha tocado vivir. La vida nos va a devolver lo que estamos dando.