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Mundial Fútbol Rusia 2018: ¿es un juego?

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Antes y después de este, y otros campeonatos, todo entra en la vía de la comparación y son los sentimientos asociados lo que llevan a una desvalorización y a bajar el rendimiento. El sufrimiento oculto detrás, en este caso de los deportistas, es la baja autoestima cuando se miran y se valoran en relación con otros, a los logros ajenos, a la cota de “producción” conseguida tanto a nivel personal como grupal. Hay grandes perlas que en equipo no funcionan y hay equipos en los que no se deja margen a las grandes perlas. Unos y otros estarán y ya han estado bajo el foco de la crítica que es lo más cercano al origen doloroso de la desvalorización.

Jugar es realizar una actividad o hacer algo con el fin de divertirse, de sentir placer o entretenerse que generalmente permite o facilita ejercitar alguna capacidad o destreza. El juego permite el descubrimiento de sí mismo, muestra algo íntimo del propio sujeto, le enseña a vivir en la aceptación (o no) ya que se puede ganar o perder y eso hay que aprender a gestionarlo, tiene un carácter simbólico inconsciente que se expresa en la forma de jugar y predomina el medio al fin mientras que en la vida diaria suele ser al revés. Me pregunto cuántos de los participantes en el mundial van al campo con el fin de divertirse o entretenerse.

En un 2018 en el que se paga más por un jugador que para construir un hospital se pone de manifiesto que el valor juego no será lo que prime en los partidos. De todas maneras, podemos reflexionar y ver cuántos lo hacen para mostrar su actuación o sea se exhiben ante el público y los posibles compradores, cuántos lo hacen para cubrir las expectativas familiares o cuántos ven un número, una cifra detrás de cada partido que consiguen pasar. Hay de todo en esta viña y a cada jugador se le “ve el plumero” en el sentido de que observando el juego y la interacción grupal podemos afinar en la motivación primaria. Por otro lado, tenemos una segunda oportunidad de conocer de manera indirecta que pasa por la psique de los jugadores y es escuchando el lenguaje que habla su cuerpo a través de las lesiones.

Cada síntoma tiene una razón de ser y detrás de las lesiones hay una causa anímica que evidencia el dolor del alma. Esa lesión puede aparecer después de un shock inesperado pero la mayor parte de las veces en las lesiones osteomusculares ha sido un gota a gota de vivencias de sentirse nulo, incapaz, inútil, improductivo, inservible, torpe, incompetente, ineficaz, innecesario, poco valioso y querer parecerse a otro para conseguir lo opuesto. Se entra también en rivalidades, no se distingue que cada sujeto aporta algo diferente a la vida y que por su propia carga genética es imposible hacer comparaciones.

Una de las más mentadas es la de Maradona con Messi y no hace mucho un primo de “la pulga” dijo: “Dile a Maradona que nunca va a ser Messi, ni en dos vidas” y yo os diría, nunca jamás un ser humano podrá ser comparado con otro porque cada uno tiene una historia genética, epigenética y biográfica distinta.

Somos la historia que nos acompaña. ¿Para qué seguir intentando valer porque otro vale menos?

Tener una valía dentro del grupo para ser aceptados y reconocidos es una necesidad del ser humano que viene a la vida dentro de un grupo familia que puede validar más o menos a la persona, pero no por ello el sujeto deja de intentar tener más y más valor haciendo lo posible y lo imposible e incluso olvidando quien se es para poder cumplir con las expectativas y deseos de los adultos que lo rodean. Nos convertimos en lo que otros han querido que seamos y sufrimos cuando no les podemos devolver lo que nos piden de manera inconsciente o de forma mordaz como ocurre hoy en las redes o en los medios cuando critican ferozmente a alguien porque no ha “acertado” a poner la bola donde creen que tocaba.

¿Quién sufrirá más? Sobretodo aquellos que se han construido ocultando sus verdaderas necesidades y deseos amoldándose a la máscara o el personaje que le dio la posibilidad de sobrevivir. Ante cada dolor los seres vivos buscamos adaptarnos y subsistir, pero habría que recordar que sobrevivir no es vivir.

Por tu juego te conocerán. Surgen de la adaptación mencionada figuras que intentarán conseguir lo que en algún instante faltó en la vida del niño y aparecen personajes como el “ganador”, el gran campeón, el más fuerte, el más rápido, la esfinge, el Mago de Oz, la anguila, el cebolla (hace llorar a otros), el tractor, gatillo, el pelusa, el comandante y muchos otros que dan la información con una palabra de como son en el terreno de juego. Juegan como juegan porque haciéndolo de esa manera han conseguido traspasar un alto estrés, pero ¿hoy no será tan fuerte el estrés que soltarlo les coloca ante un vacío inmenso?

“La pulga” tuvo de pequeño un déficit de la hormona de crecimiento. Cuando vino al Barcelona Fútbol Club media 1.27 m y se comportaba con mucha timidez. Hoy con su 1.70 m es de lo más normal y su patrón de juego le hace ser uno más con su grupo, se ofrece para poner la pelota y que otro se lleve el gol porque sabe que muchas veces le han puesto el balón a él, disfruta y ríe y se le ve jugando feliz. Es decir que el deja “bocados llamados balones” a otros. No todos lo pueden decir ni en todos se puede observar. Si el síntoma fue que le faltaba la secreción de la glándula hipófisis que activa el crecimiento. El conflicto biológico de la glándula es el de atrapar el bocado gracias a ser alto o gracias a ser bajo. En algunas condiciones ser bajo es una ventaja adaptativa. En otras ser alto es la solución al conflicto como por ejemplo cuando no se consigue algo por ser demasiado pequeño.

Pero el síntoma de Messi era lo contrario lo que indica que ser alto o ser muy visible para el era peligroso quizás porque en la familia conseguir la presa, el bocado o atrapar algo fue peligroso. A partir de esa condición la idea es “crecer es peligroso”. El cuerpo de Messi escuchó el mensaje de su psique y obró en consecuencia hasta que poco a poco y con tratamientos médicos de por medio consiguió su estatura “para estar a la altura”.

¿Sus conflictos han desaparecido? Quien lo puede saber es solo él pero a tenor de su juego no ha ocurrido porque es capaz de ceder altruistamente para no incorporar todos los bocados para si mismo. Eso, ¿le hace grande? Si, sin duda alguna pero no deja de ser una adaptación. Por su juego les conocerás.

Os propongo mirar como juegan algunos jugadores e intentar adivinar que tipo de conflicto puede haber detrás.

La forma de juego muestra la manera que ha encontrado el jugador de usar su potencial a partir de las vivencias primarias. De pequeños ocultamos las emociones y el dolor y salió una parte nuestra que buscó hacerlo mejor. Así ha sido y así será a menos que descodifiquemos y salgamos del círculo vicioso shock-dolor-adaptación-síntoma.

El fútbol como cualquier otro deporte pone en evidencia lo que es jugar por divertirse o lo que es hacerlo para conseguir la medalla y calmar la ansiedad de los conflictos de desvalorización.

Cuantas más medallas mas necesidades sin cubrir tuvo la persona en relación a sentir intrínsecamente su valor. Y a los forofos del fútbol ¿Qué les faltó? Lo mismo que a los jugadores que siguen. Y a los países que se deslumbran con el fútbol, ¿qué dolores y necesidades tienen aún por sanar y cubrir? Los mismos que los de sus equipos. De lo micro a lo macro y de los conflictos personales a los conflictos sociales y el fútbol es un buen espejo de las emociones ocultas de los países.

Que a medida que se sucedan las jugadas podamos ir comprendiéndonos un poco mejor.

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Aclaración: La Descodificación Biológica es un acompañamiento emocional complementario, no sustitutivo de ningún otro tratamiento médico, que el cliente escoge libremente para su bienestar emocional. Debe aclararse que el Instituto Ángeles Wolder no da consejos médicos ni recomienda finalizar ningún tratamiento.

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Ángeles Wolder

Ángeles Wolder

Directora Instituto Ángeles Wolder. Autora del Libro “El Arte de Escuchar el Cuerpo” y de "El reflejo de nuestras emociones: la descodificación de los sentimientos a través del cine" y "Hambre Emocional". Es licenciada en Kinesiología, Profesora en Enseñanza Universitaria, Licenciada en Antropología Social y Cultural, licenciada en Psicología y Máster en Psicosociología. Desde hace 10 años se ha centrado en comprender y observar cómo el ser humano y la humanidad gestionan los conflictos emocionales.
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