Hoy 20 de noviembre se celebra el Día Universal del Niño. Es un día que estableció la ONU en 1954 que está dedicado a todos los niños y niñas del mundo y tiene como objetivo dar a conocer los derechos de la infancia, fomentar la fraternidad entre pares y concienciar sobre la importancia de trabajar para el bienestar y desarrollo de los niños/as del mundo. También para recordarnos a los adultos que todos tienen derecho a la salud y a la educación.
Me atrevo a decir que para los que estamos en lugares seguros, es un día que nos recuerda que somos unos privilegiados por las condiciones de vida que tenemos, ya que hay más de 3 millones de niños que mueren debido a la desnutrición según los datos obtenidos de la organización Programa Mundial de alimentos.
La nutrición deficiente es la causa de casi la mitad (45%) de las muertes en niños menores de cinco – 3,1 millones de niños cada año.
O no pueden ir a la escuela. Los datos de Unicef hablan de 61 millones de niñas y niños en edad escolar primaria (6 a 11 años) y 60 millones en secundaria (12 a 14 años) están fuera de la escuela. Más de la mitad son niñas ya que hay muchos países o lugares que por cultura o religión lo impiden.
Otro dato, es el de los niños trabajadores, que se calcula que hay 168 millones de niños/as trabajando hoy en el mundo. De los cuales más de la mitad, es decir 85 millones efectúan trabajos peligrosos. Más información aquí.
En una campaña de la OIT participaron niños cantando por esos niños que se esfuerzan cada día por obtener lo que en otros lugares haría un adulto. Os dejo la grabación aquí.
Seguramente desde nuestra posición podremos hacer algo para cambiar esto sin interferir en sus destinos.
La infancia es un regalo, si lo hacemos posible
Un niño/a es un ser completo solo que está en estado de maduración en muchos aspectos; muy vulnerable a lo que le ocurre, ya sea en el ámbito familiar como en cualquier otro espacio. Para ellos, lo que viven los adultos, las crisis de cualquier tipo, los problemas particulares o del mundo tienen un impacto enorme en el resto de su vida. Un niño/a es un ser inocente y por eso fácilmente se pueden aprovechar de él otras personas. Es un ser que necesita de la seguridad paterna y de la protección materna y, si las figuras representantes no están, la institución que se encarga debería aportárselo. Es un ser que vive las primeras vivencias que pueden ser debilitantes o un recurso y así lo repetirán el resto de la vida.
Un nuevo ser humano independientemente del tamaño que tenga, embrión, feto, neonato, bebe o niño/a tiene sensaciones corporales, que le indican lo que es agradable y lo que no, a pesar de que una parte de su sistema nervioso aún no está maduro. Siente y se programa en función de lo que está sintiendo. Es un ser de un tamaño reducido en el que caben todas las sensaciones, emociones y sentimientos aún sin poder ponerle palabras a lo que siente.
En Descodificación Biológica decimos que a ese ser pequeñito le afectan sus propias vivencias y también es un gran captador de lo que ocurre en el medio familiar en el que se encuentra. Quizás ante una discusión de sus padres siente un gran peligro, un pánico inmenso que no puede mesurar y desarrolla un síntoma en la laringe. O puede que sienta que no atrapa el bocado de familia y que se le escapa y haga una faringitis o amigdalitis. Podría vivirlo como “esto huele mal” y hacer un resfriado mayúsculo. O sentir que no vale nada y que no consigue nada para que sus padres no se peleen apareciendo un síntoma en huesos o sangre y así la lista puede continuar.
Las experiencias de la infancia actúan de programantes fragilizantes y como recursos. Todo dependerá de cómo sean vividas.
Una infancia feliz, sana, aprendiendo a expresarse, teniendo permiso para ser quien se Es, es la base de un adulto responsable, coherente con su propia vida y respetuoso con los demás, con la Naturaleza y con la Humanidad.
Hoy es un día que nos recuerda que cada uno de nosotros puede hacer algo por un futuro mejor y que el conseguirlo empieza por respetar a los niños, por enseñarles a descubrir lo que sienten y a poner palabras pero para ello los adultos tenemos que saber también lo que sentimos. Es un momento en que nos tenemos que responsabilizar para ayudarles a sacar de dentro los dolores que llevan, parar cuidarlos y protegerlos, darles seguridad, cariño, contención. Acompañarles también a descubrir el mundo permitiendo que normalicen el llenarse de barro o el mojarse y eso significa que no tenemos derecho a colmarlos con nuestros temores, angustias y menos con nuestras proyecciones que son nuestras faltas.
Me maravilla este vídeo, las risas contagiosas de esta niña ante la sorpresa de la lluvia y la tranquilidad de su madre. Otras pensarían que el factor externo “lluvia” haría enfermar a la niña y le impediría la experiencia. Felicidades! Necesitamos más mamis y papis que ayuden a explorar a sus hijos.
Durante toda la vida somos niños
¿Cuántos conflictos vividos en la infancia aún tienen repercusión en tu vida hoy?
¿Podrías ayudar al niño/a que llevas dentro a dejar atrás el pasado? ¿Cómo? Ayudando a que ese niño/a reconozca el dolor vivido, le pueda poner palabras, encuentre las sensaciones con las que su cuerpo guardo el recuerdo, lo vacíe y sobretodo que renuncie a querer que las cosas sean de otra manera. No es la historia la que ha de cambiar sino la manera de mirarla.
Recuerda: nunca es demasiado tarde para una infancia feliz.
Milton Erickson.