En Descodificación Biológica aplicamos la primera ley biológica que dice que antes de que aparezca un síntoma se ha vivido un conflicto. Esta misma ley se puede aplicar a nivel personal, familiar, grupal o social.
Una persona puede vivir un conflicto y posteriormente desarrollar un síntoma físico, psíquico, existencial y/o comportamental. Lo mismo ocurrirá a una sociedad completa en la que muchas personas se exponen al mismo conflicto. Cuando un grupo grande de personas vive un drama o choque biológico la respuesta es que luego aparecerá un síntoma a nivel social. Al drama le llamaremos destino y en ellos está el origen de la construcción de la grandeza de un pueblo.
Descodificar implica no excluir, dar un lugar al dolor, no juzgar o no criticar y mucho menos creer que las cosas debieron ser de otra manera para poder así aceptar la vivencia que seguramente dejo dolor pero también evolución.
Las experiencias están para crecer y podemos hacer algo mejor o peor con ellas. De nosotros depende. Los hechos han sido como les ha tocado ser y solo valorándolos en su sana medida podremos extraer un aprendizaje y verlos como una experiencia vital para el alma. Además, la historia es la historia y no la podemos volver atrás pero tenemos la inmensa responsabilidad de sanar internamente para poder mirarla de otra manera.
Cuando un grupo grande de personas vive un drama o choque biológico la respuesta es que luego aparecerá un síntoma a nivel social. Al drama le llamaremos destino y en ellos está el origen de la construcción de la grandeza de un pueblo.
El conflicto de una sociedad pasa a formar parte de la historia del grupo: es el destino
Guerras, contra guerras, movilizaciones, torturas, injusticias, abusos, muertes, apropiaciones indebidas, cruzadas, inquisición, luchas políticas, religiosas, sociales, económicas, etc. Son muchos los conflictos que se pueden vivir e impactar en un conjunto grande de población. Ejemplo de ello es que hay grupos que han sentido un ataque y después o se intentan alejar de los posibles agresores o han sometido y atacado a otros. Hay sociedades en donde se percibió la separación y serán estas personas las que buscaron la unión y se opondrán a cualquier división. Unos han partido de un conflicto de agresión y otros de un conflicto de separación y en ambos casos hay dolor. Si no somos capaces de encontrar el origen e integrar las vivencias, estas volverán con fuerza mediante repeticiones o compensaciones.
Es interesante observar la historia del pueblo judío, que en el siglo pasado sufrió una brutal agresión por parte de los grupos nazis y que hoy sintiéndose víctima de todo lo ocurrido y lo vivido no lo acepta, se siente víctima ante perpetradores y convierte en víctima a otra población. Aceptar que en cada familia, cada pueblo o cada grupo social han habido víctimas y perpetradores nos dará la posibilidad de avanzar respetando el dolor por todo lo vivido.
Si no somos capaces de encontrar el origen e integrar las vivencias estas volverán con fuerza mediante repeticiones o compensaciones.
Más ejemplos
Cuando una población importante de un grupo percibe una injusticia o un trato desfavorable, irá sumando energías conjuntas que busquen equilibrar la balanza y pueden aparecer grupos considerados por la política oficial como antisistema. Por ejemplo los grupos terroristas, paramilitares, grupos anónimos,… Cuando además de injusticia se siente una falta de reconocimiento a la propia identidad la persona o los grupos participarán de la violencia, que es exactamente la unión de dos conflictos. Falta de reconocimiento a la identidad más injusticia que genera rabia y odio dan como resultado un trastorno de comportamiento que agrupa la violencia y la agresión. En este caso las personas usarán cualquier medio para luchar e intentar salir del propio conflicto perpetuando el dolor y el sufrimiento que seguirá pasando de generación en generación.
¿Podemos responder a la pregunta de quién tiene razón? yo creo que no. Nadie y todos. Lo que podemos hacer es observar cuál es el resultado (síntoma) para encontrar cual fue el conflicto vivido a nivel grupal y de esa manera extraer la experiencia e integrarla. Cuando la historia nos toca en lo cercano, se hace el trabajo de encontrar el origen, trabajar en el recuerdo de las propias sensaciones para descargar la energía de tensión que puede haber acumulada en relación a una parte de los eventos dramáticos y a partir de aquí ver cómo se puede cerrar el círculo que se ha abierto.
Lo no aceptado y lo no acabado es lo que se transmite de generación en generación y que se analiza e integra en el trabajo Transgeneracional.
¿Podemos a nivel grupal hacer algo para honrar la memoria de dolor por todo lo vivido?
Sí, y es importante como seres humanos realizar las acciones necesarias para poder contribuir a un mundo mejor. Nadie puede encontrar la paz si sigue habiendo odio en los corazones. Nadie puede estar en paz sintiéndose mejor o peor que otro. Viviendo como víctima de los malos. Solo mirando la igualdad entre los seres humanos, respetando el dolor vivido, sintiéndose una persona sin etiquetas habrá un movimiento del alma que permitirá una reconciliación.
Acabar con lo que quedó pendiente y cerrar círculos es fundamental para abrir algo nuevo.
¿Cómo lo podemos hacer?
La primera parte es ir al origen y descodificarlo desconectando el dolor vivido por el cuerpo a nivel personal y a nivel grupal.
La segunda parte, por ejemplo, mediante acciones simbólicas, actos psicomágicos o rituales chamánicos que han sido propuestos en diversas culturas indígenas desde los indios de toda América a la estepa rusa. Puede variar el formato pero en todos los casos se trata de respetar lo vivido, integrarlo, agradecer la evolución que permitió, poder ofrendar la experiencia y ver cómo se quiere vivir de ahí en adelante. Estos actos pueden realizarse de manera conjunta para tener una mayor masa crítica y reparar así a nivel social el daño de la inconsciencia humana.
Una frase de Bert Hellinger lo resume maravillosamente: El terapeuta tiene que tener a ambas partes en su corazón, los hijos y los padres, judíos y nazis, protestantes y católicos, republicanos y nacionalistas, perpetradores y víctimas. Todos. Y así puede trabajar. Entonces está en sintonía con la gran alma.
Con todo mi respeto por el dolor de tantos y tantos grupos y sabiendo que cada instante vivido nos regala un pasito más hacia la luz me llena de alegría el corazón el saber cuántos de vosotros estáis comprometidos con la sanación del alma humana más allá de lo personal.
Continua leyendo la segunda parte de este escrito, donde se destaca “la sociedad tras el conflicto”.