Un deseo que se transforma en tu mayor valor

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Desde la incomodidad, podemos abrirnos al conocimiento de un deseo esencial, mayor y sublime, que nos muestra el camino a lo que nos llama nuestro ser.

Incomodidad. Es molestia y desagrado por una eventualidad, es esfuerzo que surge por la contrariedad entre hacer o no hacer, es lo que de alguna manera me inquieta, es lo que me saca de un estado placentero o al menos neutral. Puedo sentir incomodidad respecto a la silla donde estoy sentado, respecto a la ubicación del mobiliario, a la ciudad, a las leyes o a la cultura misma, respecto a determinada persona con la que estoy o debo estar, respecto a una situación puntual donde intervienen otros, y también, puede darse en un evento que tan solo imagino. La incomodidad puede ser sentida en infinitud de momentos, y es imprescindible que podamos discriminar al menos dos variantes que pueden llegar a ser demasiado íntimas, hasta el punto de que una, contiene también a la otra.

A modo de síntesis, puedo sentirme incómodo si estoy inmerso, real o virtualmente, en una situación en la que no quiero estar, sin embargo, muchas corrientes filosóficas, psicológicas, religiosas o incluso científicas nos hablan del tesoro que se esconde en una vivencia incómoda. Quizás de acuerdo a mi propio tamiz de información, es que te propongo que también tengas uno, y que te abras a la posibilidad de que las cosas, también pueden ser de esta manera, no por creerme a mí, o en la lógica que intentaré recrear, sino por la observación de tus experiencias personales.

Podríamos comenzar clasificando la incomodidad, y bien, si estoy sentado en una silla con el respaldo duro, con inclinación estrictamente recta y otra silla enfrente me impide estirar un poco mis piernas, al cabo de un tiempo, comenzaré a sentir ganas de moverme, de estirar mi espalda, recostarme brevemente a un costado, y demás deseos de movimiento, producto de la incomodidad primordialmente de mi cuerpo.

Otro ejemplo, estoy reposando placenteramente en la cama, oyendo música muy tranquila, y tengo entre mis manos un pote con 1/2 kilo de helado de chocolate con avellanas, empiezo a comer, y sentiré el exquisito sabor de la crema helada, pero también cierta incomodidad, ya que se acerca el verano, he subido un par de talles, igualmente no puedo parar de cucharear del pote, y me acabo el helado, me siento incómodo, siento incómoda mi corporalidad por el estómago repleto, pero también sentiré de manera más profunda una incomodidad que no se va cuando cambio la postura, esa es la incomodidad de mi esencia, y ahí es donde puedo rescatar el mayor tesoro para mi verdadero camino.

Describo así, al menos dos tipos de incomodidades, una que es primordialmente corporal y la otra primordialmente esencial, ambas contienen un poco de cada, porque el hecho de estar incómodo en una silla puede ser corporal y además me siento atrapado, contenido, limitado y son circunstancias opuestas al deseo de mi esencia. La incomodidad está regida por un deseo de estar de una manera en que no estoy, un deseo que es de su misma naturaleza.

Propuesta práctica

Observa alguno de tus momentos de incomodidad, si encuentras alguno que es recurrente, pues, piensa en él, si buscas en tu interior, podrías encontrar respuestas a:

  • ¿Qué mensaje tiene tu esencia para darte?
  • ¿Cuál es tu gran deseo?
  • ¿Qué deberías hacer o dejar de hacer para salir de ese estado?
  • ¿Encuentras algún tipo de beneficio por mantenerte en esa incomodidad?

Esta observación podría poner algo de luz a lo que tu ser esencial susurra en ti.

Es ahí, en la incomodidad, en esos momentos donde el tesoro se pone de manifiesto de una manera evidente y clara, cierra los ojos al exterior y ábrelos al interior para ver, de una vez por tantas, cuál es el deseo de tu esencia, que es un deseo mayor a cualquier deseo que pueda tener el cuerpo, por ejemplo, de comerse el helado, o de fumar un cigarrillo, o de intoxicarse con determinadas relaciones.

Hay personas que dicen, “quiero dejar de fumar, mientras están fumando” “quiero bajar de peso, mientras se desbocan comiendo” “quiero dejar de criticar, mientras critican” y es una contrariedad entre lo que quieren y lo que pueden hacer en este momento, porque lo que quieren es algo que desconocen y por lo tanto, no tiene la suficiente fuerza como para sobreponerse a lo que están haciendo.

Como ya lo mencioné, no me creas, observa cómo es que funciona la incomodidad y el deseo en ti. El deseo corporal, está en búsqueda de una satisfacción pequeña, que dura un plazo de tiempo bastante corto, en cambio, el deseo esencial, es una búsqueda mayor, es a largo plazo, es la posibilidad de que expanda mi espiritualidad, el deseo de fumar es corporal, el deseo de llevar una vida saludable es esencial, este último puede ser mayor cuando lo reconozco, cuando comienzo a experimentarlo, cuando comienzo a vivir en coherencia a esto, cobra un mayor sentido en mi vida, y se transforma en mi propósito. Una vez que logras identificar ambos deseos, puedes decidir basándote en la consciencia de lo que estás haciendo, puedes incluso buscar ayuda terapéutica con un objetivo orientado a tu deseo esencial, para fortalecer los recursos que te allanan el sendero, y con esto no quiere decir que no brindarás satisfacciones a tu cuerpo, las satisfacciones se transforman de a poco en una constante y por cada una de las veces que decidas de acuerdo a tu ser esencial.

Tu deseo esencial se puede transformar en tu norte, en tu poder.

Sin duda que te encontrarás con situaciones a contramano mientras viajas, cada una de ellas es nuevamente una incomodidad, es nuevamente una posibilidad de reencontrar tu tesoro e ir ajustando tu rumbo a medida que evolucionas. Es muy claro Carl Jung, describiendo el arquetipo del Esclavo, que está controlado por un cuerpo enfocado en las satisfacciones fáciles que a menudo, le propician sufrimiento a su ser, y por otro lado el arquetipo del Rey, que no teme a nada ni a nadie, porque se conoce profundamente y conoce también las reglas del universo, por lo que juega de modo que solo puede expandirse sin sufrimiento.

Nuestro ser tiene algunas herramientas, de las que se habla a menudo en diferentes disciplinas que te ofrecen el bienestar como resultado, pero solo son herramientas, primero debes conectar con el deseo que mora profundamente en tu interior, un deseo que es simple y altruista, un deseo que promueve el desarrollo de ti mismo en todos los aspectos que consideres importantes, un deseo que se transforma a medida que lo cultivas, en tu mayor valor. Cuando pongas tu mirada dentro de tu deseo, sabrás que hacer con las herramientas, como expandirte desde ahí.

Sabiduría, es la capacidad de permitir que la vida nos muestre sus diferentes facetas y permanecer abiertos a ellas, sabiendo cuáles disfrutar profundamente con todo mi ser y cuáles simplemente digerir. Conciencia, es el poder de estar, aquí y ahora, adentro y afuera, es la atención a lo que me sucede en su totalidad. Quietud, es respirar, solo eso, ante todo, principalmente, respirar.

Y tal como lo hacía el mago Merlín, vive el tiempo de atrás para adelante y te darás cuenta que muchas de las cosas que haces, no tienen objeto real y profundo para tu propio ser, por lo tanto, podrás decidir conscientemente sobre ellas.

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Aclaración: La Descodificación Biológica es un acompañamiento emocional complementario, no sustitutivo de ningún otro tratamiento médico, que el cliente escoge libremente para su bienestar emocional. Debe aclararse que el Instituto Ángeles Wolder no da consejos médicos ni recomienda finalizar ningún tratamiento.

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Germán Ferreyra

Germán Ferreyra

Terapeuta diplomado en Descodificación Biológica, me formé en el Instituto Ángeles Wolder. Estudiante de Kabalah.
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