Situaciones de frustración continuada, estrés laboral, alto volumen de carga de trabajo…¿Cuánto aguanta el cuerpo? En este artículo os comparto reflexiones sobre el impacto de la Síndrome de Burnout en nuestro cuerpo y cómo se descodifica.
El Síndrome Burnout, también denominado el síndrome del quemado, es un trastorno emocional asociado al estrés laboral y el estilo de vida del trabajador. Este estrés se manifiesta con un estado de agotamiento físico, emocional o mental que tiene consecuencias en la autoestima, y está caracterizado por un proceso paulatino, por el cual las personas pierden interés en sus tareas, el sentido de responsabilidad y pueden hasta llegar a profundas depresiones.
Este síndrome puede tener consecuencias muy graves, tanto a nivel físico como psicológico.
Aranzazu Par
¿Qué es el Síndrome de Burnout?
Se define este síndrome como un tipo de estrés que adquieren las personas que tienen trabajos en contacto con otras personas, como por ejemplo la profesión de ayuda y que supone un estado de agotamiento físico, emocional o mental al que se llega de forma paulatina y por el cual la persona pierde interés en su vida, no asume sus responsabilidades y llega a un estado que se puede asimilar a la depresión.
El síndrome fue descrito por primera vez en 1969 cuando H.B. Bradley observó que un grupo de policías mostraban síntomas de “no poder más” ni profesionalmente ni en su vida personal. A partir de los años 1970 se analiza más y se describe como “un síndrome de cansancio emocional, despersonalización, y una menor realización personal que se da en aquellos individuos que trabajan en contacto con clientes y usuarios”.
Desde la psicología y la psicoterapia las personas que tienen mayor riesgo de sufrirlo son aquellas que:
- Se identifican fuertemente con el trabajo y no tienen equilibrio vida laboral-personal.
- Sienten que valen si lo hacen todo por los demás.
- Asumen funciones, tareas o actividades de otros.
- Sienten que tienen poco control sobre su trabajo porque este depende de la reacción de otros.
El principal detonante del síndrome de burnout es el entorno laboral y las condiciones de trabajo. El trabajador está expuesto de manera continuada a un alto niveles de estrés, a un alto volumen de carga de trabajo, poca autonomía en las tareas, malas relaciones en el trabajo y ausencia de apoyo en su entorno, falta de formación para desempeñar las tareas, etc.
Este tipo de situaciones de frustración continuada puede llegar a desarrollar en la persona un estrés cronificado que acabe provocando el “burnout”. El vínculo estrés laboral y burnout es muy alto. Cuando eso sucede, las repercusiones tanto a nivel físico, psíquico y emocional son incontrolables, dándose situaciones de todo tipo en el que la persona manifiesta a través de diferentes estados el desasosiego que le causa estar en constante contacto con los factores estresantes.
Principales síntomas del Síndrome de Burnout
- Agotamiento emocional: Desgaste profesional que lleva a la persona a un agotamiento psíquico y fisiológico. Falta de energía tanto a nivel físico y psíquico.
- Despersonalización: Se manifiesta en actitudes negativas en relación con los usuarios/clientes, incremento de la irritabilidad, y pérdida de motivación. Por el endurecimiento de las relaciones puede llegar a la deshumanización en el trato.
- Falta de realización personal: Baja autoestima, frustración de expectativas y manifestaciones de estrés a nivel fisiológico, cognitivo y comportamiento.
Un ejemplo:
Imaginemos que llegas a tu puesto trabajo y ningún compañero te saluda. Todos están concentrados en su tarea y no se percatan de que has llegado. Empieza la jornada laboral y cada minuto que pasa tienes la sensación de que has perdido el tiempo y de que no llegarás a entregar todo el trabajo que tienes pendiente. Miras la hora y ves que ya no llegarás a casa a tu hora porque te falta tiempo para acabar lo que ayer te pidió tu jefe que entregaras sí o sí.
Envías un Whatsapp a tu pareja para avisarle de que hoy tampoco llegarás a tiempo. Te contesta con un escueto “Ya, como siempre”. Se te remueve el estómago por dentro, pero no tienes tiempo de pensar en ello porque tienes mucho trabajo. Vuelves a mirar el reloj y han pasado dos horas como si nada. Por fin consigues terminar ¡Has llegado a tu objetivo!, envías todo por correo y piensas “¡Pues al final lo he conseguido!”.
Estás recogiendo y recibes un correo de tu jefe con las correcciones y todo lo que has de cambiar de nuevo, incluyendo algún apartado nuevo que “se le acaba de ocurrir”.
Te quedas mirando y nadie a tu alrededor parece importarle que hoy, nuevamente, te quedarás trabajando hasta tarde. ¿Pero quién puede hacer mejor que tú esta tarea? ¡Nadie! Si no lo haces tú, sabes que estará mal. Mejor lo dejas hecho hoy. Tus compañeros empiezan a recoger y te quedas con mil pensamientos en la cabeza y aparece la sensación de no poder respirar. Otra vez la ansiedad se apodera de ti. Intentas pensar en el futuro, pero se te hace un mundo buscar una solución. Mejor sigues trabajando. Ya queda menos para descansar.
Imagina esta situación cada uno de tus días durante 1 año… 2 años… 3 años… ¿Cómo te sientes? ¿Dónde lo sientes? ¿Qué te gustaría hacer? ¿Qué te impide hacerlo?
Claves para identificarlo
¿Cómo podemos reconocer si nos estamos acercando al síndrome o si lo estamos viviendo? Hazte estas preguntas:
- ¿Todo te da igual?
- ¿Has dejado de sentir emociones?
- ¿Te has vuelto cínico o crítico en el trabajo?
- ¿Te obligas a ir a trabajar y sueles tener problemas para empezar una vez has llegado?
- ¿Te sientes irritable, susceptible, quisquilloso o impaciente con los compañeros de trabajo o clientes?
- ¿Te falta energía?, ¿Te falta satisfacción?, ¿Te sientes desilusionado/a con tu trabajo?
- ¿Estás consumiendo excesiva comida, drogas, juegos o el alcohol para sentirte mejor?
- ¿Tus hábitos de sueño o apetito han cambiado por tu trabajo?
- ¿Te preocupas por los dolores de cabeza inexplicables, cansancio, dolores de espalda o de cualquier parte del cuerpo u otros problemas físicos?
Si has contestado sí a varias de ellas, quizás podrías estar viviendo una situación de vacío emocional que te aleja de la realidad y solo desconectando alguno de los conflictos podrás volver a la realidad.
Quien se encuentra en un trastorno de comportamiento por lo general no se da cuenta de que lo está viviendo y es la gente de su entorno quienes lo detectan y pueden ayudar para que retome el camino de la vida.
Aranzazu Par
El Síndrome de Burnout desde la Descodificación Biológica
Desde la Descodificación Biológica cuando dos conflictos han golpeado dos hemisferios diferentes del cerebelo (Mesodermo Antiguo) se habla de “constelación esquizofrénica del cerebelo” o trastorno de comportamiento de cerebelo, que implica una fuerte disfunción de la emotividad en modo paranoico-delirante y sin que se vea influenciada la capacidad de pensar de un modo lógico formal. Por ejemplo: “Estoy como quemado, me siento del todo vacío, ya no tengo ningún sentimiento”.
Los conflictos que afectarán a los Focos de Hamer en el cerebelo son agresión, ataque o atentado a la integridad, insulto, mancha, embestida, amenaza al cuerpo real (golpe, pistola en el pecho) o simbólica (injuria, mofa, burla).
La necesidad descubierta es de protección, que en el caso del Burnout podríamos decir “No he podido hacer frente a ese ataque”, “no he podido responder a las burlas”, etc.
Si solo hubiera un impacto, la reacción sería física y las partes del cuerpo que podrían reaccionar son la dermis, las mamas o las membranas de protección. Para llegar a la sensación de vacío emocional se tienen que dar simultáneamente dos conflictos fuertes de agresión (o sus significados).