Nunca es demasiado tarde para tener una infancia feliz”. Anthony Robbins.
Por más arrugas que presente nuestra historia, nunca es demasiado tarde para tener una infancia feliz, pero para poder conseguirlo hemos de acompañar a nuestro niño/a a visitar las zonas de dolor guardadas celosamente y contenidas en un cuerpo de adulto. Una de las vivencias con las que nos podemos encontrar es la de sentirse solo o sola. Un niño/a que en un momento levanta su cabecita para encontrarse con la mirada de papá, mamá o alguien que le provea cuidados y amor y no lo consigue, graba la sensación de estar solo/a en el mundo.
¿Cuántas veces ha podido ocurrir esto? ¿Cuántas veces en la infancia se ha podido necesitar un instante de contención a ese vacío de la soledad y nunca llegó?
En Descodificación Biológica la sensación de sentirse solo/a, abandonado/a y sin referentes está asociada a la función renal de retener o eliminar el contenido sobrante de agua y de elementos que ya no sirven en el cuerpo mediante la orina. Es el denominado conflicto del túbulo colector renal, cuya activación cuando aparece el estrés de tonalidad específica de soledad o abandono produce retención de líquidos o edema.
Un referente es, según el DLE, “aquello a lo que se refiere o que expresa relación a algo”, y ese algo son las personas que miramos, que tenemos como modelos, que amamos y que necesitamos profundamente para continuar sobreviviendo. A veces, esas personas referentes son tan humanas que con sus acciones nos pueden hacer sentir dañados, pero no por ello dejan de ser modelos. El niño/a ama intensamente a sus cuidadores y es leal en el sentido más egoísta: necesita ser cuidado para permanecer en esta existencia.
De pequeños sólo podíamos contar con cuidadores externos. Pero la buena nueva es que ahora de adultos contamos con nosotros mismos, o sea, que tenemos la gran suerte de poder hacer de cuidadores internos y dar un salto cuántico en nuestra seguridad.
En palabras de Austin O’Malley, “la infancia no tiene conexión necesaria con la edad”, por lo que cuando tu decides, puedes regresar a ella, con todo el mimo y cuidado que necesitas para recuperar un tiempo precioso.
Te invito a iniciar el viaje y animarte a ser tú quien en cada instante se regale aquello que le faltó.