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¿Sabemos ponernos en el lugar del otro?

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La empatía en la comunicación entre diferentes culturas

La empatía es, según la RAE, la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos.

Actualmente hay 70,8 millones de personas en todo el mundo que se han visto obligadas a huir de sus hogares como resultado de los conflictos y la persecución. ¡Son los niveles de desplazamiento más altos jamás registrados!

En este contexto de inmigrantes y refugiados llegando a diferentes países, que son, en la mayoría de casos, muy distintos a los suyos, la empatía es una herramienta clave. Es esencial entender cómo podemos comunicarnos con las personas de diferentes culturas para apoyar su inclusión social y laboral. 

Soy periodista de formación y siempre me fascinó conocer a diferentes culturas y entender su manera de interpretar la vida. Desde comunidades indígenas y africanas hasta el mundo árabe, estuve siempre muy atenta a observar y vivenciar otras culturas.

Yo soy brasileña, pero en 2015 decidí venir a vivir a España, en concreto a la multicultural ciudad de Barcelona, y no podría haber elegido mejor lugar, la verdad. Barcelona es un espacio abierto a la diversidad de culturas y esa pluralidad está presente en cada esquina. 

Un proyecto para romper barreras culturales

Dos años después de llegar a Barcelona, fundé la asociación Abrazo Cultural, una escuela que ofrece cursos de idiomas y talleres culturales impartidos por personas refugiadas. Mi objetivo con este proyecto era, y es, ayudar a romper barreras culturales, prejuicios y estereotipos en relación a las personas de países en conflicto o estigmatizados.

Me gusta imaginar y soñar con un mundo donde respetemos nuestras diferencias y aprendamos de ellas. Donde somos capaces de escuchar al otro, entenderlo y aceptarlo, aunque no estemos de acuerdo o aunque tengamos otra manera de pensar y vivir. 

En estos dos años de actividad, he vivido muchos problemas de comunicación por las diferencias culturales. Tenemos profesores de distintas nacionalidades: Argelia, Siria, Ucrania, Venezuela, Honduras, Irán, Malí y Camerún. La experiencia con todos los profesores ha sido de aprendizaje constante sobre comunicación y empatía.

Es verdad que, de entrada, el idioma es la gran barrera para la comunicación, pues ni para mí ni para ellos el castellano es la lengua nativa. Pero, después de las primeras conversaciones, nos damos cuenta de que el idioma no tiene tanta importancia. Nos comunicamos con gestos, repitiendo las frases, buscando la traducción en Google, y siempre conseguimos entendernos. 

Más que el idioma, los factores que realmente dificultan la comunicación son los aspectos socioculturales de la persona: su manera de hablar, los gestos que utiliza, su tono de voz, la distancia personal, lo que cuenta y lo que no cuenta…

Hay países donde se suele gesticular más, las personas se tocan, se abrazan. En otros países eso puede llegar a ser una ofensa. Hay países donde se usa mucho el “por favor” y “gracias” y otros donde se habla más en imperativo. Hay países donde la gente sonríe más y hay otros en los que no tanto.

Son estos detalles los que muchas veces nos impiden tener una conversación sincera y conectar con alguien de una cultura distinta a la nuestra. Tendemos a juzgar al otro: si no sonríe es antipático/a o desinteresado/a, si no pide por favor es grosero/a, si habla muy alto es maleducado/a.   

Por poner un ejemplo: una vez, hablando con una de nuestras profesoras, que es de Siria y musulmana, la juzgué antes de conocerla. Ella hablaba de manera muy directa y muy seria. Además, como no dominaba el español, formaba frases más sencillas y por eso hablaba en imperativo casi siempre. Cuando le presenté el proyecto y le invité a participar lo primero que pensé es que ella no encajaba, porque me pareció una persona fría y desinteresada. De todas maneras, decidí insistir y hacerle preguntas más personales para tratar de conocerla mejor. Y al final descubrí una persona atenta, amorosa, madre de dos hijos pequeños, llena de sueños, muy dispuesta en participar del proyecto y con valores muy similares a los míos y a los de la asociación. Entendí que además de los aspectos culturales existía también una protección natural que le impedía abrirse a cualquier persona en el primer contacto, había pasado por muchas situaciones traumáticas en su viaje desde Siria a Barcelona y no mostraba confianza. Para entenderla, tuve que comprender lo difícil que era para ella fiarse de la gente después de haber visto tanta violencia y maldad, después de haber perdido su casa, su carrera y haberse separado de su familia. La forma de comunicarse habla de las experiencias que carga en su mochila. En el momento en el que dejé de mirarla desde mi visión del mundo, pude conectarme con ella y pasé a escucharla entendiendo que su mochila es distinta a la mía. 

¿Qué aprendí en estos dos años?

Ha sido mucho lo aprendido relacionándome con los/las profesores/as, sus amigos/as, sus familias, además de con los/as alumnos/as que participan en cada curso y taller. 

Esta es mi lista de aprendizajes y experiencias de vida:

  • Cada persona es única. La cultura puede determinar algunos comportamientos que se repiten, pero, verdaderamente, cada ser humano tiene una historia única detrás.
  • Las personas son mucho más que su apariencia o manera de hablar.
  • Para conocer alguien tienes que estar preparada para escuchar más allá de las palabras pronunciadas.
  • Lo que juzgamos o criticamos en los demás es un reflejo de algo que está en nosotros/as.
  • Cuando hablas, sólo escuchas lo que ya sabes. Para aprender realmente hay que escuchar y observar a los demás.

Mis consejos para comunicarnos y conocer a personas de otros países:

  • Estar abierta/o, siempre, tratando de olvidar los pensamientos preestablecidos.
  • Escuchar, dejar que el otro hable y se exprese y estar atento/a para entender.
  • Preguntar, cuando haya dudas o algo no quede claro, preguntar sin miedo.
  • Ser directos/as, cuando no nos hacemos entender bien, lo mejor es ser directos/as y dejar espacio para que el otro pueda contestar/comentar.
  • Respetar la manera de pensar y actuar de cada uno/a, aunque no estemos de acuerdo.
  • Tener en cuenta que cada persona carga una historia consigo, con experiencias, traumas, miedos, y todo eso afecta en su manera de comunicarse. 
  • Sonreír de manera sincera, aunque ni todas las personas lo hagan con frecuencia, creo que es un gesto que nos ayuda a aproximarnos a las personas y es un lenguaje universal.

Al final, lo importante es que como seres humanos tenemos más similitudes que diferencias. Y las diferencias que tenemos nos ayudan a ampliar nuestra visión del mundo, a entender la vida desde otras perspectivas.

¡La empatía es clave para la comunicación intercultural! Solo cuando somos capaces de ponernos en el lugar del otro, es cuando podemos comunicarnos desde el corazón y desde las emociones, olvidando estereotipos, prejuicios y barreras culturales.

© Instituto Ángeles Wolder – Todos los derechos reservados.

Aclaración: La Descodificación Biológica es un acompañamiento emocional complementario, no sustitutivo de ningún otro tratamiento médico, que el cliente escoge libremente para su bienestar emocional. Debe aclararse que el Instituto Ángeles Wolder no da consejos médicos ni recomienda finalizar ningún tratamiento.

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Helena Moço Lopes

Helena Moço Lopes

Responsable de Comunicación y Prensa del Instituto Ángeles Wolder. Licenciada en Periodismo. Fundadora de Abrazo Cultural en España.
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