Mi nuevo libro, El reflejo de nuestras emociones: La descodificación de los sentimientos a través del cine, que te presento con una gran ilusión porque se han juntado no solo mis pasiones sino mi vida. No podía ser de otra manera ya que siempre estamos comunicando.
Empecé a ir al cine a los 7-8 años aproximadamente y eso en Necochea (en Argentina, mi ciudad natal) con 100.000 habitantes, viva en verano y ventosa en invierno, era de avanzadilla. Disfrutaba con cada una de las 3 películas que daban el sábado por la tarde y seguía hablando con mis amigas de lo que nos había sorprendido de los filmes vistos hasta la siguiente vez.
Me maravillaba y extasiaba viendo un mundo que solo estaba en la pantalla. Que solo podía reconocer en plano ya que la realidad de mi vida era otra y sin embargo las historias me sacudían de pena o me llenaban de felicidad.
Cuando aparecían los personajes sabía que las emociones empezaban a brotar en cascada y la intensidad era como si estuviera en un sube y baja. Por esa época no conocía los parques de atracciones y mucho menos las montañas rusas, pero aquello era lo más igualito con lo que puedo comparar hoy. Un arriba y abajo de emociones amenizado con llantos, risas, miedo y hasta enfados que forman parte de mis recuerdos igual que tantas otras vivencias agradables o no tanto. Aprendí a ponerme en los zapatos del otro y vivir lo que se sentía y a recibir los mensajes para entender que otra vida era posible.
Las nuevas generaciones han nacido con una pantalla delante y hoy las películas, series, cortos o cualquier otro formato nos llegan por los 4 costados, pero en mi infancia eran contadas con los dedos de las manos. Algunas las vi 4-5 veces y me sabia los diálogos de memoria.
Desde niños usamos la fantasía para rellenar o cambiar lo que no podemos mover en el entorno en el que estamos por eso somos constructores natos de ventanas de realidades donde dejamos ir miles de historias con sus tantos personajes y al mismo tiempo vamos aprendiendo a integrar las experiencias, adquirimos modelos, vemos ejemplos de comportamientos y construimos un mundo donde la creatividad es el maestro.
Ver una película y que despierte algún recuerdo agazapado de nuestra biografía es por tanto lo esperado, pero a pesar de ello encuentro apasionante ver una representación exterior, ya sea cine, teatro, libro, audio, pintura, etc. y sentir que habla de una parte de mi vida.
Es que además nos habla con un lenguaje directo, sin rodeos, nos muestra sin previo aviso algo que tuvo una carga emocional y ahí es donde se coló la Descodificación Biológica, otra de mis pasiones y pude unirlas. La asociación me encantó y en conferencias, clases o acompañamientos los ejemplos de las películas me vienen y se hacen imparables.
En el libro El reflejo de nuestras emociones – La descodificación de los sentimientos a través del cine encontraras más de 200 películas que hablan de conflictos, emociones, síntomas desde lo físico a lo psíquico, costumbres, hábitos y todo tipo de comportamientos adaptados al dolor pasado.
He realizado el mejor equilibrio posible para describir la parte de la película de la que puedes extraer una enseñanza para conocer como funciona la Descodificación Biológica y me detenía para no hacer spoiler. Equilibrio al escribir el libro y el libro como equilibrio de mover lo atascado y sacar lo que ya no es necesario en nuestras vidas. Asimismo, hacer equilibrio entre liberar y poner el recurso necesario a cada momento.
Deseo que disfrutes de la película de tu vida tanto como de la que más te ha gustado ver y que puedas ser el guionista y director más excelente para tu propia programación.
Apaguen sus teléfonos, abran sus ojos y oídos y empiecen a disfrutar con la reconexión de todo lo vivido 🙂
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