Sabemos que la comunicación es la acción de transmitir e intercambiar información, conocimientos y experiencias, entre un emisor y uno o varios receptores, a través de un mensaje, un código común y un canal; sin embargo, no siempre tenemos la sensación de que nos hemos expresado de forma efectiva o clara.
Tal vez sea porque el 93% de toda la comunicación humana ocurre por canales alternativos al verbal, es decir, a través de la gesticulación, la postura, el tono, las micro expresiones faciales, etc. Esa comunicación no verbal, a menudo comunica más que las palabras, con las que podemos incluso contradecir lo que estamos expresando con nuestra comunicación no verbal, lenguaje primordialmente inconsciente y que está intrínsecamente ligado a lo que hemos vivido, a nuestros aprendizajes y conflictos, a todo lo que hemos imitado e interiorizado y, por supuesto, por ejemplo, la forma de hablar de nuestros padres.
Si notamos que alguno de estos patrones lingüísticos, de pensamiento y hasta de comportamiento no nos resultan sanos, eficaces y eficientes a la hora de los resultados que obtenemos, tenemos la posibilidad de editarlos y remodelarlos a través de herramientas como la PNL (Programación Neurolingüística).
¿Qué es la Programación Neurolingüística, PNL?
La PNL es una técnica de comunicación y evolución personal desarrollada en 1972 en California por Richard Bandler (matemático e interesado en la psicología) y John Grinder (psicólogo y lingüista), y al que posteriormente se integraron las aportaciones del antropólogo y lingüista Gregory Bateson, y sus trabajos de investigación sobre la comunicación humana y la teoría de los sistemas.
La PNL nace como fruto del análisis y observación cuidadosa de los comportamientos, la eficiencia en la comunicación y desarrollo personal de tres grandes terapeutas: Virginia Satir, maestra en la terapia familiar; Fritz Perls, padre de la terapia Gestalt; y Milton Erickson, hipnoterapeuta. Pudieron establecer el modelo básico de la comunicación humana, es decir, el cómo las personas estructuramos, pensamos, aprendemos, actuamos y organizamos nuestras informaciones internas, y de cómo vemos y percibimos al otro a través de nuestros propios mapas.
Para ello nos valemos de tres aspectos:
- La “Programación“: que se refiere a las habilidades de descubrir y escoger cómo podemos organizar y programar nuestra neurología, para que nuestros pensamientos, ideas, palabras, nos faciliten obtener resultados diferentes. También conocido como patterning o modelaje.
- La parte “Neuro“: que recoge la idea fundamental de que todo comportamiento proviene del contacto y la interiorización del mundo a través de nuestros procesos neurológicos de visión, audición, olfato, gusto, tacto y emoción; y como le damos sentido a esa información.
- La “Lingüística“: que nos indica que usamos el lenguaje verbal y paraverbal para ordenar nuestros pensamientos, a través de los cuales nuestras representaciones neuronales son codificadas.
Todo el conjunto genera comportamientos, conductas y un sistema de comunicación con nosotros mismos y con los demás, y esto es el primer problema de nuestra comunicación, porque no vivimos en la realidad, sino en una representación personal de la misma, es decir, el mapa no es el territorio.
Cada mapa puede ser significativamente diferente de otros y todos diferentes de la realidad, por lo general. Nuestra visión del mundo es mayormente subjetiva, ya que está en función de nuestra cultura, experiencia, estado de ánimo, prejuicios, etc., que constituyen poderosos filtros de la observación. Y causan disparidad en nuestra comunicación, ya que no actuamos como pensamos sobre la realidad, sino sobre la percepción personal del otro y lo hacemos a partir de nuestra percepción propia. Y cuando nos comunicamos, sin importar nuestro canal predilecto (visual, auditivo o kinésico) solemos olvidarnos de que todo es percepción e imaginamos que el otro dispone del mismo mapa que nosotros, o que su canal es el mismo que el nuestro, generando malentendidos, incomprensiones y tensiones.
Para lograr aproximarnos a una comunicación más sana, más clara, más limpia de condicionamientos previos, es imprescindible concienciarnos y traer a la luz del presente, al aquí y al ahora, estos programas automáticos, para actualizarlos y evolucionarlos.
En este sentido, la PNL y la comunicación no violenta de Marshall Rosenberg resultan dos poderosas herramientas para alcanzarlo, ya que la comunicación no violenta (o CNV) nos invita a observar los actos concretos que ocurren a nuestro alrededor y los efectos que tienen en nosotros.
La Comunicación No Violenta consta de cuatro etapas o componentes:
- OBSERVAR SIN EVALUAR – Se trata de describir, ¿qué cosas hace la gente?, ¿qué cosas dicen?, no importa si nos gustan o no.
- SENTIMIENTO – ¿Cómo nos sentimos? Aquí comprobaremos que no estamos acostumbrados a “sentir”, y que muchas veces, en realidad no estamos describiendo nuestro sentimiento, sino haciendo una conclusión sobre la otra persona.
- NECESIDADES – Aprenderemos a contactar con las verdaderas necesidades que tienen lugar primero en nuestro interior.
- PETICIÓN – Si observamos sin evaluar, conectamos con el sentimiento y conocemos las necesidades, entonces sabremos formular una buena petición.
En sumatoria, la CNV nos invita a conectar con nosotros y los otros, desde la empatía, la conexión con nuestras necesidades y la expresión de estas sin tintes ni añadidos. Y la PNL nos permite reestructurar el cómo de nuestra expresión y nuestra escucha.
Y es que como dice Catherine Cudicio en su libro Comprender la PNL:
“La objetividad no consiste en describir lo que vemos, sino en precisar qué gafas llevábamos en el momento de la observación”.
¿Cómo aplicar la CNV y la PNL en Descodificación Biológica?
Con la Descodificación Biológica cambiamos la mirada sobre los conflictos y tomamos consciencia del impacto que tiene en nuestro cuerpo el estrés. Es a través de una nueva gestión de las emociones, resignificando nuestras experiencias, eligiendo conscientemente responder, en vez de reaccionar, siendo ecológicos en nuestra autorregulación, es decir, sin dañar y sin dañarnos que podemos ser libres.
Si en la consulta de Descodificación Biológica tenemos presente las técnicas de la PNL y la CNV, lograremos una mejor comunicación con los consultantes y mejorarán los resultados porque se genera un espacio de respeto, empatía y escucha activa.