La leyenda oriental del hilo rojo que nos une.
«Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper».
Dice una leyenda oriental que el hilo rojo del destino o “cordón rojo del destino” es aquel que traspasa las fronteras del tiempo y el espacio y permanece para siempre entre las personas que el destino ha previsto que encontráramos en nuestra vida. Hay hilos tejidos antes y después de nuestras vidas. Hay otros hilos que atraviesan el espacio de este precioso planeta. Todos están ahí magníficamente bordados según un orden Universal más allá de lo que podemos ver.
Una de las leyendas sobre el hilo rojo es narrada así:
Cuenta la leyenda que un anciano que vive en la luna, sale cada noche y busca entre las almas que observa a aquellas que están predestinadas a unirse en la tierra, y cuando las encuentra, las ata con un hilo rojo para que no se pierdan. Así cada día verás personas que se cruzarán contigo y algunas llevarán tú mismo hilo rojo.
Originalmente en Oriente se contaba lo siguiente:
Hace mucho tiempo, un emperador se enteró de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja muy poderosa, quien tenía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y la mandó traer ante su presencia. Cuando la bruja llegó, el emperador le ordenó que buscara el otro extremo del hilo que llevaba atado al meñique y lo llevara ante la que sería su esposa. La bruja accedió a esta petición y comenzó a seguir y seguir el hilo. Esta búsqueda los llevó hasta un mercado, en donde una pobre campesina con un bebé en los brazos ofrecía sus productos. Al llegar hasta donde estaba esta campesina, se detuvo frente a ella y la invitó a ponerse de pie. Hizo que el joven emperador se acercara y le dijo: «Aquí termina tu hilo», pero al escuchar esto el emperador enfureció, creyendo que era una burla de la bruja, empujó a la campesina que aún llevaba a su pequeña bebé en brazos y la hizo caer, haciendo que la bebé se hiciera una gran herida en la frente, ordenó a sus guardias que detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza. Muchos años después, llegó el momento en que este emperador debía casarse y su corte le recomendó que lo mejor era que desposara a la hija de un general muy poderoso. Aceptó y llegó el día de la boda. Y en el momento de ver por primera vez la cara de su esposa, la cual entró al templo con un hermoso vestido y un velo que la cubría totalmente… Al levantárselo, vio que ese hermoso rostro tenía una cicatriz muy peculiar en la frente.
Sea cuál sea la creencia o la historia que la cuente, creo que todas las relaciones están para realizar un aprendizaje. Un maravilloso aprendizaje de vida y durante un determinado tiempo en circunstancias precisas las personas nos encontramos con los mejores maestros para aprender de ellos y viceversa. Cuando la lección ya se ha incorporado, por algún motivo, aquel o aquellos seres perfectos para esa enseñanza van a desaparecer pero la leyenda nos dice que aunque ese hilo se enrede, se retuerza, se estire o se contraiga nunca se va a romper.
Me da mucha alegría que hoy cerrando este precioso año 2016 pueda mirar hacia atrás y vea muchos hilos rojos cruzándose, enredándose, alargándose, dilatándose, acortándose pero ninguno está roto. Todos están ahí para decirme y decirnos cuán importantes son las relaciones y los encuentros en nuestra vida aunque parezcan fortuitos.
Deseo que el hilo rojo invisible que nos conecta sirva de sintonía para la gran comunión con nosotros mismos, con los otros y con la humanidad.
¡Brindo por este 2017 que asoma ya!
Con amor,
Ángeles Wolder Helling