¿Cuál es el sabor del libro?

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Tras un nuevo Día Internacional del Libro, Ángeles Wolder comparte con nosotros una reflexión sobre la diversidad de historias y relatos con que podemos encontrarnos en la infinidad de libros que tenemos a nuestra disposición.

Los libros y sus sabores

Los libros pueden ser muchas cosas, incluso sabores. Un sabor es una impresión sensorial que causa un alimento u otra sustancia. ¿Y si esa sustancia fuera un libro? Los libros nos despiertan cantidad de sensaciones, emociones y son una fuente de estímulos internos. Para algunos, un libro es una ventana al mundo. La ampliación del horizonte personal, el encuentro con las verdades y las mentiras, con la ficción y la realidad. Para otros es un acompañante de horas muertas, un compañero de juegos, un potenciador de ideas o un descubridor de rincones ocultos. En todos los casos, independientemente de lo que cada uno crea, un libro es lo que alguien ha querido transmitir y lo que otro quiere interpretar.

De un libro valen todas sus partes: tapa, contratapa, índice, prólogo, prefacio, texto, dibujos, imágenes, fotografía, etc. Todas despiertan nuestros sentidos y el gusto es uno de ellos. Cada una de esas partes ha sido cuidadosamente elaborada, buscada y diría que hasta soñada para poder estar en ese lugar. Es el autor -junto a todo un equipo- quien deja su marca personal, que se puede seguir a lo largo de toda la obra. El texto es una elaboración personal contenida entre dos mundos que son sus tapas. En la película Descubriendo Nunca Jamás, Mary, la mujer de James M. Barrie, le dice que le ha conocido yendo a ver sus obras de teatro ya que la estela de cada ser humano está en sus acciones y obras.

Para libros, sabores

Si un libro es como un bocadillo de jamón ibérico, el texto es el jamón que se encuentra entre dos trozos de buen pan. Hay textos que son como un buen embutido (fiambre) o como el relleno de un bocadillo, por ejemplo de un sabroso jamón ibérico que cuando has acabado de comer te deja un regusto que te recuerda al momento en el que lo masticabas. El sabor queda dando vueltas por la boca, igual que las palabras o las frases de un libro quedan dando vueltas en la cabeza.

Otros son como una guindilla picante que provocan a nuestro cerebro y éste libera los analgésicos naturales o endorfinas. Resultado: nos sentimos acelerados, eufóricos y aumentamos el consumo de comida y bebida, aumentando el consumo en un 30% más si no comiéramos picante. Eso que comes demás luego se cobra su precio. ¿Te ha pasado alguna vez de leer más y más de un autor o un libro y luego sentirte saturado?

Hay textos que son como el agua tónica en los que la quinina ayuda a remover lo amargo que se pudo haber estancado en el hígado. También los hay empalagosos con un exceso de dulce, como un brazo gitano de crema o nata con yema quemada. ¿Y por qué no ácidos que sacan capas de pintura de forma directa sin preámbulos?

Algunos libros-sabores para mi han sido:

  • Libro salado (jamón): El amor te hará inmortal de Ramón Gener.
  • Serie de libros picantes: Los hijos de la tierra de Jean Auel. Es el primero de la saga “El clan del oso cavernario”. No se puede parar hasta acabarlos.
  • Libro amargo (tónica): Lágrimas de sal de Pietro Bartolo y Lidia Tilotta. El drama.
  • Libro dulce: Todo es posible de Elizabeth Strout. Un poco empalagoso para mi gusto.
  • Libro ácido: Stoner de John Williams. Diferentes culturas y niveles económicos incompatibles con resultados devastadores en la vida de su hija.

¿Cuáles son los sabores que te han acompañado en esta temporada contenidos en un libro?

El cuerpo siempre nos pide aquello que necesitamos de manera real o figurada. Si consumimos amargo, estamos ayudando al hígado y a las vías biliares a trabajar.

Si incorporamos mucho dulce, será el páncreas quien tendrá que gestionar el exceso; y los conflictos pasarán del asco o repugnancia a la resistencia, pero también nos podríamos preguntar si hemos cubierto nuestra necesidad de afecto o cariño.

La sal (sodio y otros minerales) ayuda a que trabajen de forma efectiva numerosos órganos, siendo uno de ellos el riñón. Son los conflictos de soledad, abandono, pérdida de referentes o miedo por la existencia los que pueden ponerlo en actividad.

Para integrar el exterior en el interior se requiere de numerosos ácidos, ya que sólo así el cuerpo los puede asimilar, y para ello es necesario la aceptación de las circunstancias de la vida. En cada libro que escojas puedes encontrar la respuesta metafórica a tus necesidades vitales del momento. Sólo tienes que reconocer el sabor del libro.

¡Que lo disfrutes!

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Ángeles Wolder

Ángeles Wolder

Directora Instituto Ángeles Wolder. Autora del Libro “El Arte de Escuchar el Cuerpo” y de "El reflejo de nuestras emociones: la descodificación de los sentimientos a través del cine" y "Hambre Emocional". Es licenciada en Kinesiología, Profesora en Enseñanza Universitaria, Licenciada en Antropología Social y Cultural, licenciada en Psicología y Máster en Psicosociología. Desde hace 10 años se ha centrado en comprender y observar cómo el ser humano y la humanidad gestionan los conflictos emocionales.
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